domingo, 31 de agosto de 2014

Alfonsina

POEMAS DE AMOR ALFONSINA STORNI
Editorial HIPERIÓN 3ª Edición (2003)


Nos dice Jesús Munárriz en la Nota Editorial que estos poemas en prosa “conservan, a mi entender, una frescura y una intemporalidad que no parecen responder a los más de setenta años transcurridos desde su redacción. Su intensidad y su belleza se mantienen intactas. Su lectura es un privilegio”.

En 1926 Alfonsina nos dice que estos poemas no son ni pretenden ser una obra literaria. Sólo son frases, lágrimas caídas.

Dividido en cuatro partes: El ensueño, Plenitud, Agonía y Noche, la poeta nos habla de cuatro fases del amor: el inicio, la vivencia, el desarrollo hacia el dolor y el final desgraciado.
Me pregunto porqué es más fácil escribir poemas – y obras literarias en general – sobre los amores imposibles, los amores tristes, los no correspondidos o los que terminan en desastre. Parece que la felicidad es poco proclive a ser plasmada en los libros, y parece también que tiene poco que decir, como si la vida cuando se convierte en rutinaria perdiera por completo el hálito de la poesía.

Encuentro en los poemas de Alfonsina ideas que, sin haberla leído anteriormente, he tenido yo también: soñar al amado, por ejemplo, o divagar sobre los lugares donde él ha estado y donde ha dejado su marca. Parece que el ritual del amor ignora épocas diferentes y saltos en el espacio.

El daimon le dio estos poemas a Alfonsina, y así fueron escritos en pocos días, porque fluían como fluye la sangre, así la palabra se encarna en las venas, en las arterias y va directa al corazón.

Ciertamente hay poemas un poco flojos, hay versos que parecen más prosa que poesía, pero cuando consigue clavar la palabra poética, cuando consigue plasmar el sentimiento y convertirlo en verbo, toca directamente lo sublime. Y lo sublime disculpa los pequeños fallos producto de la escritura inspirada.

Cuando desperté nubes blancas corrían detrás de ti para alcanzarte.

Cuando aposenté la rosa muerta de mi boca fui, sobre aquella pureza, más ligera que la sombra de la sombra.

Te amo profundamente y no quiero besarte.

Siguiendo el curso marcado por el último verso que he transcrito, me llama la atención la prácticamente nula referencia a la sexualidad en estos poemas.
Parece que es una unión de almas, no de cuerpos. Se ama con un sentimiento intenso, que a veces se iguala con la muerte en lugar de con la vida, y que no suscita ningún deseo sexual. La unión es una unión espiritual, y el mismo amor es una esencia, una intensa y poderosa emoción que enlaza con la divinidad, dejando lo corpóreo totalmente de lado. Así, es un amor incompleto.
A pesar de que el editor nos dice que Alfonsina ya no verá los estereotipos de los roles de hombres y mujeres, en esta ausencia total de referencias eróticas en un poemario amoroso, sí veo una represión brutal que conlleva a silenciar la parte física del amor.

En estos poemas amor y muerte aparecen unidos. Hay un fuerte componente necrófilo en los versos, en la unión entre el eros y el tánatos, y de esa mezcla nacen estos gritos convertidos en verso, y vemos cómo se dilata el corazón y sangra.

Alfonsina quizá presentía el suicidio cuando los escribió como un médium, quizá una parte de sí misma sabía que un día, trágicamente, pondría fin a su vida.