POEMAS DE
AMOR ALFONSINA STORNI
Editorial HIPERIÓN 3ª
Edición (2003)
Nos dice Jesús Munárriz
en la Nota Editorial que estos poemas en prosa “conservan, a mi
entender, una frescura y una intemporalidad que no parecen responder
a los más de setenta años transcurridos desde su redacción. Su
intensidad y su belleza se mantienen intactas. Su lectura es un
privilegio”.
En
1926 Alfonsina nos dice que estos poemas no son ni pretenden ser
una obra literaria. Sólo son frases, lágrimas caídas.
Dividido
en cuatro partes: El ensueño, Plenitud, Agonía y Noche, la poeta
nos habla de cuatro fases del amor: el inicio, la vivencia, el
desarrollo hacia el dolor y el final desgraciado.
Me
pregunto porqué es más fácil escribir poemas – y obras
literarias en general – sobre los amores imposibles, los amores
tristes, los no correspondidos o los que terminan en desastre. Parece
que la felicidad es poco proclive a ser plasmada en los libros, y
parece también que tiene poco que decir, como si la vida cuando se
convierte en rutinaria perdiera por completo el hálito de la poesía.
Encuentro
en los poemas de Alfonsina ideas que, sin haberla leído
anteriormente, he tenido yo también: soñar al amado, por ejemplo, o
divagar sobre los lugares donde él ha estado y donde ha dejado su
marca. Parece que el ritual del amor ignora épocas diferentes y saltos en el espacio.
El
daimon le dio estos poemas a Alfonsina, y así fueron escritos en
pocos días, porque fluían como fluye la sangre, así la palabra se
encarna en las venas, en las arterias y va directa al corazón.
Ciertamente
hay poemas un poco flojos, hay versos que parecen más prosa que
poesía, pero cuando consigue clavar la palabra poética, cuando
consigue plasmar el sentimiento y convertirlo en verbo, toca
directamente lo sublime. Y lo sublime disculpa los pequeños fallos
producto de la escritura inspirada.
Cuando desperté nubes
blancas corrían detrás de ti para alcanzarte.
Cuando aposenté la
rosa muerta de mi boca fui, sobre aquella pureza, más ligera que la
sombra de la sombra.
Te amo profundamente y
no quiero besarte.
Siguiendo
el curso marcado por el último verso que he transcrito, me llama la
atención la prácticamente nula referencia a la sexualidad en estos
poemas.
Parece
que es una unión de almas, no de cuerpos. Se ama con un sentimiento
intenso, que a veces se iguala con la muerte en lugar de con la vida,
y que no suscita ningún deseo sexual. La unión es una unión
espiritual, y el mismo amor es una esencia, una intensa y poderosa
emoción que enlaza con la divinidad, dejando lo corpóreo totalmente
de lado. Así, es un amor incompleto.
A
pesar de que el editor nos dice que Alfonsina ya no verá los
estereotipos de los roles de hombres y mujeres, en esta ausencia
total de referencias eróticas en un poemario amoroso, sí veo una
represión brutal que conlleva a silenciar la parte física del amor.
En
estos poemas amor y muerte aparecen unidos. Hay un fuerte componente
necrófilo en los versos, en la unión entre el eros y el tánatos, y
de esa mezcla nacen estos gritos convertidos en verso, y vemos cómo se dilata el corazón y sangra.
Alfonsina
quizá presentía el suicidio cuando los escribió como un médium,
quizá una parte de sí misma sabía que un día, trágicamente,
pondría fin a su vida.